Extraído de un artículo firmado por Francesc Miralles y publicado en la revista "Intregral", y que me ha parecido tan interesante que lo comparto con vosotros.
"Más allá de las opiniones extremas, lejos de los excesos y de las privaciones, existe una vía intermedia que podemos transitar sin sufrir los altibajos que provocan las pasiones. Buda, después de buscar la verdad a través de la privaciones y pensando que en el sacrificio encontraría la sabiduría, llegó finalmente al camino del medio. Es decir: la felicidad y la sabiduría no se encuentran en el exceso ni en la privación de las cosas buenas de la vida, sino en un punto medio que nos permita disfrutar sin hacernos daño. Cuando hablaba de la importancia de huir de los extremos, Buda no se refería solo a los placeres sensoriales como la comida o la bebida, también apuntaba a los excesos de origen espiritual o psicológico tan vigentes como:
-La adicción a la felicidad y el terror al sufrimiento: La creencia de que estamos obligados a ser felices permanentemente nos crea angustia y nos lleva a caer en el extremo opuesto: la depresión o el pesimismo. Nuestro propio miedo al sufrimiento hace que seamos incapaces de disfrutar de los momentos de felicidad que nos provocan los placeres sencillos.
-El anhelo de riqueza más allá de nuestras necesidades: La actual crisis es producto de la fijación por acumular el máximo de ganancias con el mínimo esfuerzo. La consecuencia de esta actitud nos ha llevado al otro extremo: un estado de pavor generalizado que ha paralizado inversiones y proyectos.
-La necesidad de alabanzas y el horror ante las críticas: La cultura de los extremos también está presente en nuestra propia imagen. Frente a las personas con baja autoestima que se desprecian, están los narcisistas que necesitan ser admirados y ensalzados constantemente y que reciben cualquier comentario como un ataque.
-La lucha por obtener fama y renombre: El deseo de estar en la cima y mirar a los demás desde lo alto ha propiciado una competitividad feroz en todos ámbitos sociales, hasta llegar a la humillación de los "reality shows" televisivos, en los que los participantes están dispuestos a hacer el ridículo para gozar de unos minutos de protagonismo.
Los antiguos griegos, también se ocuparon de esta fórmula para una vida armónica. Aristóteles hablaba del "medio dorado" y llegó a afirmar que "toda virtud es un punto medio entre dos extremos, cada uno de los cuales es un vicio". También los hedonistas buscaban los placeres y el lado soleado de la vida, pero recomendaban moderación para poder continuar disfrutando sin tener que sufrir.
Un cuento tradicional zen cuenta la historia de un hombre muy rico que no soportaba gastar ni siquiera un céntimo de su dinero. Un día, el maestro de zen Mo Hsin fue a visitarlo y le dijo:
-Suponga que mi puño estuviera cerrado así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio, ¿cómo llamaría a esto?
-Una deformación.
-Suponga que esta mano estuviera abierta así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio, ¿cómo llamaría a esto?
-Eso también sería una deformación.
-Entonces, solo es preciso que usted comprenda lo que acabamos de conversar para que se convierta en una persona rica y feliz.
Esta fábula nos enseña que la vía del medio no es una opción conservadora ante la vida, sino que se trata de aplicar la inteligencia en la gestión de nuestros propios recursos. Implica hallar un equilibrio entre el dar y el retener, entre la actividad y el descanso, entre el ruido y el silencio.
Al final, como decía el propio Buda, conviene ser moderados incluso con la moderación."
Jopeta, y yo sin saberlo...