Carta a mi niño...

Hijo mío, tu padre ya está aquí, sé que te sentiste durante mucho tiempo sólo, abandonado y perdido; ahora quiero que sepas donde estuve y que he regresado para no separame nunca más de tí, para que los dos juntos hagamos algo por todos esos niños que no tienen fuerzas ni para llorar. He recorrido todo el mundo en búsqueda de los secretos de la vida, he perseguido eso que llaman Sabiduría por doquier y la he encontrado aquí, a la vuelta del viaje, cuando al abrir la pesada maleta con la que salí me encontré que estaba vacía. Pero todavía sentía el peso de algo, esa maleta se vació de cosas que iba dejando en los diversos lugares que visité, pero todavía pesaba...

Un camarero que vive y sirve a la vida en la llamada "Costa del Sol" (sol creador de la vida), una caribeña afincada en esa fértil tierra que es la "huerta murciana" (y que ella tan bien cultiva sin ningún tipo de fertilizantes ni pesticidas), y una madre luchadora que ahora está en una heladería (allá en "Oropesa", la palabra lo dice todo de ella), me señalaron que haber realizado tan largo y cansado viaje de poco me serviría si al llegar al punto de partida, no me desprendía de lo que realmente más pesaba. Entonces miré que es lo que llevaba encima y me acordé de esa cartera que siempre llevo pegadita a mi corazón. Me senté, revisé lo que allí había y empezé a romper con todas esas cosas que ya no me servían y que estaban apuntadas en pequeños trozos de papel. Rompí todos y cada uno de los papelitos que de ahí salían: "dolor", "resentimiento", "egoísmo", "envidia", "miedo" y algunos otros en los que las palabras no se podían leer, seguramente porque ya fueron tachadas algún día... Los papelitos fueron depositados en un contenedor azul para que esas letras se reciclaran en otras, e aquí el resultado.

En cada parada de mi viaje, fui recogiendo unos mimbres con los que he construido un nido, nido donde se posó una paloma blanca que con sus plumas impregnadas de la tinta que hay en el tintero de mi alma, escribe ahora estas palabras... La tinta no es roja ni azul, ni siquiera es tinta, es el fuego que sale de aquí dentro, y con ese fuego escribo en esas imaginarias páginas de la libreta que es mi vida lo que antes dejaba en blanco y ahora comparto.

Esta página podría ser la página de un libro, libro escrito no por mí sólo, sino también por todas las personas que han pasado y pasarán por esta aventura que es mi vida.

"¿Existe eso que se llama ´Un minuto de Sabiduría´?" preguntó el alumno.
"Por supuesto que existe". Replicó el Maestro.
"Pero un minuto ¿no es demasiado breve?"
"No. Es cincuenta y nueve segundos demasiado largo".

... ...

"El abrir los ojos puede llevar toda una vida.
El ver es cuestión de un instante".

Del libro "¿Quién puede hacer que amanezca? " Anthony de Mello.

PAZ Y AMOR para todos, pero sobre todo para ELLOS...