Carta a un "dictador":

Esta carta va dirigida a ti, a quién te crees que la libertad y el destino de todo un pueblo debe estar sometida a tu voluntad, cuando no a tus caprichos o a tu locura. Tengo que avisarte de una cosa, he repasado libros de historia y no he encontrado a ningún individuo de tu misma calaña que haya muerto aclamado o vitoreado por ese pueblo al que todos decís que tanto queréis. La mayoría de las veces han muerto de forma violenta e incluso han sido ajusticiados, muchas veces por los mismos que antes les aclamaban y vitoreaban; o de una larga y dolorosa enfermedad. No te vas a salvar de este destino, tenlo muy claro... Estoy escribiendo pensando en ti, Moamar el Gadaffi, pero esta carta la hago extensiva a todos los que como tú, se llenan los bolsillos, los de ellos y los de sus familiares y acólitos, mientras gran parte de ese pueblo al que tanto decís que queréis pasa hambre y penurias. La gente está despertando, ya somos cada vez más los que no consentimos esto. Me gustaría tenerte en frente mío y mirar tu rostro inexpresivo y maltratado por el "botox" y el bisturí, y así poder leerte esta carta en persona. Tú y yo solos, sin nadie que te proteja, pues yo no te haría daño, y que me cuentes porque tú me tendrías que salvar a mi... cuando veo tu foto en el fondo siento lástima por ti. ¿Por qué no os vais a vivir todos juntitos a una isla desierta para así poder decidir entre vosotros de una forma "democrática" quién debe ser el dictador de los demás? ya sabes... tú, Fidel Castro y su hermanito, el rey de Marruecos (nuestro "hijo de puta", que dirían los norteamericanos), Teodoro Obiang, Mubarak, Hugo Chávez, el de Corea del Norte, el de Birmania, y todos de los cuales ahora mismo no recuerdo el nombre. En la otra vida os esperan vuestros amigos: Hitler, Musolini, Stalin, Franco, Pinochet, Marcos, Saddam Hussein, Pol Pot, Idi Amin, etc... Dios mío! cuantos dictadores... y cuántos permanecen escondidos en muchos hogares, quizás yo mismo he sido alguna vez un pequeño dictador y es por eso que en el fondo siento compasión hacia tu persona, lástima y compasión a la vez.
No deseo tu muerte, y es que no quiero que nadie deseara alguna vez que yo muriera, pero estoy seguro de que la VIDA se encargará un día u otro de darte tu merecido. No lloraré por ti, como lo hice cuando murió Vicente Ferrer o Madre Teresa; ¿sabes? serán muy pocos los que llorarán por ti... Y pasarás a los libros de historia como otro dictador más, como un pobre hombre rodeado de supuestas "riquezas" materiales que creyó eran suyas, como un "loco" al que los gobernantes de otros países, entre ellos el mío, consintieron que haga lo que tú estás haciendo ahora mismo con el que denominas "tu pueblo". Ellos también son corresponsables de su sufrimiento, de que hayan tantos como tú... y yo mientras seguiré escribiendo estas cartas con la esperanza de que alguno de los que te pueden detener lo haga de una vez, para que así puedas recibir un juicio justo y te puedas defender con esos derechos que los miles de niños, mujeres y hombres que has matado ya no pueden tener...

josé maría

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