Año nuevo, dolor viejo...

Mientras muchos de nosotros, yo también, esta noche estaremos celebrando alegremente la llegada del nuevo año, muy cerca nuestro exite otra realidad... Este correo que envía José Luis, desde Marruecos, si que es para reflexionar.... es una realidad que existe y que no desparecerá porque no miremos.... La Europa que está en "crisis" y nuestros gobiernos (el de antes y el de ahora), subvenciona a un régimen dictatorial como el marroquí para que reenvíe a sus países de origen (en verdad, los abandonan en el desierto donde muchos fallecen...) a los que huyendo de la miseria y de las leyes de mercado impuestas por nosotros mismos buscan lo mejor para sus hijos, como haríamos nosotros... Esta noche me acordaré de ellos y de lo afortunado que soy, quizás algún día nos daremos cuenta de que gran parte del dolor que nos rodea, de esas "enfermedades modernas" que asolan nuestro primer mundo (en el que tenemos tantas cosas aseguradas que muchas veces nos olvidamos), son tan sólo una forma en que la VIDA nos hace pagar ese olvido y ese no querer compartir con esos seres iguales a nosotros y que no tienen nada o casi nada, lo que para nosotros es totalmente prescindible y casi siempre superfluo.

josé maría


No puedo por menos que enviarte este valiente escrito del arzobispo de Tánger.
Que en nuestra oración recordemos a África y a los africanos que sueñan con otra vida que se les niega desde nuestra "riqueza en crisis", pero mejor que su "pobreza en exuberancia".
Siento que no sea lo alegre que se acostumbra en Navidad. Un abrazo.
José Luis



De la paz hablaré otro día. Hoy toca hablar de dolor inocente.

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Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

Tenía que hablar de la paz, pero he de cambiar argumento.

El correo que recibí decía así: “Cuarenta y dos personas detenidas en Mesnana en nochebuena. Entre ellas mujeres embarazadas y mamás con bebés. Algunos enfermos.
Uno declara que habían salido al mercado para comprar algo para la cena, otros estaban cantando a la navidad cuando tocaron a su puerta”.

Dos días antes nos habíamos encontrado. Bajamos a la cripta de la catedral. Estaba prevista oración común, mesa común, y un obsequio que cada uno pudiese llevar a su casa. Presidía su pastor, un joven negro, revestido de túnica blanca, deslumbrante como luz de resurrección. Cantaron con el alma, como el alma de África sabe cantar. Escucharon la palabra del pastor. No sé de qué les habló, pero sé que participaron en el sermón con aclamaciones de alabanza y asentimiento por cuanto el pastor les decía. Era una hermosa vigilia de Navidad, para gente buena de África, para hombres, mujeres y niños que buscaban en el canto, en la palabra y en la oración una presencia amiga y la paz que necesitaban para que el cielo los cobijase en horas de miedo.

Hoy están detenidos. Aislados. Sin comida. Angustiados. Hombres, mujeres y niños, gente peligrosa que asalta el cielo con oraciones y pone en peligro los sueños de Europa. Mañana los habrán deportado. No volverán a sus casas. Serán entregados al desierto, chivos expiatorios de nuestra salud económica, animales que abandonamos porque nos molesta su presencia.

No me pregunten quién es el miserable que los va a entregar, pues no es más que un mandado del sanedrín que lo paga.

Europa legisla y paga: los fuertes determinan dónde empieza y dónde acaba la libertad de los débiles, los sobrealimentados deciden sobre la mesa de los hambrientos, de modo que a los pobres no sólo les falte el pan, sino que se les cierren también los caminos para que puedan ganarlo dignamente.

La desesperación de los africanos en las comisarías de Marruecos la justifican leyes europeas y la subvenciona el euro.

Hoy, desde África, sube hasta Dios el grito del dolor inocente, y ese grito será testigo de cargo contra los dioses que continúan crucificando al hijo del hombre.



+ Fr. Santiago Agrelo

Arzobispo de Tánger

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