Carta al Sol y a la Luna

En agosto tuve el privilegio de sentiros cerca, muy cerca... casi de tocaros... Estuve con mis hijos una semana de vacaciones en la isla de El Hierro, las más pequeña y menos poblada de las islas Canarias, declarada reserva de la biosfera, un lugar donde se respeta la naturaleza. En un entorno natural incomparable, vi algo que es lo más hermoso, lo más mágico que he visto en mis cuarenta y seis años de vida...

Tras varios días de hablar con la luna antes de acostarme, llegó el día en que se escondió. Yo estaba emperrado en ver las estrellas, y sí, se veían pero yo quería ver más... Una noche sin luna, subimos a un mirador que está a unos mil doscientos metros sobre el nivel del mar y allá arriba había un manto de estrellas que iluminaban todo el firmanento... una junto a otra... no tengo palabras para explicarlo, sólo sé que desde ese día cada noche salgo a mirar las estrellas, pero aquí en esta gran ciudad donde resido se ven muy poquitas... hay muchas luces de colores, pero no hay la magia de una noche estrellada...

Ver salir el sol y recibir su energía, hablar con la luna y jugar con las estrellas, has sido sin ninguna duda las mejores vacaciones de mi vida... sin aglomeraciones, sin bullicio, sin prisas, bañándonos en un mar azul de verdad, rodeados de peces de colores, paseando entre bosques de pinos gigantes, una visita al paraíso, un sueño hecho realidad...

Querida Luna y querido Sol, fui en busca de algo que ni yo mismo sabía, ahora ya sé lo que es... A partir de ahora me considero vuestro hijo, sí, hijo de la Luna y el Sol... y es que sin vosotros no podríamos vivir... Gracias por TODO...

PAZ Y AMOR para todos, sobre todo para ELLOS...