Cartas a la tieta Nieves:

Querida tieta, hoy tengo muchas ganas de contarte un montón de cosas nuevas; no hace mucho llevaba una vida monótona y anodina, disponía de mucho tiempo libre y no sabía que hacer con él. Ahora en pocos días, mi vida ha dado un vuelco bestial y creo que tu tienes que ver mucho en ello. Has conseguido que retomara mi afición por la escritura y de paso nos podamos seguir comunicando.

El lunes empecé mis clases de yoga, fui con la tía Maribel y no te podrás creer que eso era lo que yo andaba buscando, me gustó un muchísimo... y mira que había probado varias cosas pero no encontraba nada que me gustara. Primero hacemos un poquito de charla sobre algo relacionado con el crecimiento personal y luego la clase de yoga en sí. La profesora, cuyo nombre es Neus (Nieves en catalán), es una mujer muy simpática y agradable. ¿Sabes?, era el único hombre... pero eso ya hace tiempo que me es igual, ya estoy acostumbrado a ir a muchos lugares en los que las mujeres son mucho más numerosas que los hombres. Y es que a nosotros nos cuesta más reconocer que tenemos un problema o comentarlo ante otras personas; además nos enseñaron de pequeñitos que los hombres no deben llorar ni mostrarse débiles (eso era de mujeres); que nosotros éramos los fuertes, los machos... y así andan tantos hombres. Parecen fuertes por fuera, pero por dentro tiemblan como un flan. Yo con el tiempo me he ido haciendo fuerte por dentro, quería saber el porque de lo que me pasaba y ponerle remedio. Y fui aplicando los siguientes pasos para la resolución de mis conflictos internos: primero reconocer que tenía un problema (eso no me suele costar), luego identificarlo y aceptarlo, y por último resolverlo. Si a veces ya cuesta reconocer algo que nos pasa, imagínate aceptarlo... porque el reconociemiento te lo puede hacer ver otra persona, pero la aceptación tan solo puedes hacerla tú, es por eso que veo que ese es la clave de todos nuestros problemas internos.

En casa también hay cambios, me hubiera gustado que algún día hubieras podido venir a mi pisito,en donde vivo de alquiler desde hace cuatro años, pero al carecer de ascensor era más complicado. Te cuento como es: es un piso pequeño, de unos sesenta y cinco metros cuadrados, pero es muy claro y luminoso. Tiene forma de "L" y tiene todas las estancias (tres y un salón comedor) exteriores, además del baño y de la cocina. Las habitaciones y el salón tienen acceso a dos terrazas en la que suelo pasar largos ratos, escribiendo, leyendo o simplemente observando la vida que me rodea; ya sean personas, animales, o plantas. Pues verás, el pasado viernes, a David (mi hijo mayor), se le rompió la cuerda de la persiana del comedor. En otro momento de mi vida me hubiera puesto de mal humor, pero ahora no... Mi habitación, antes eran dos habitaciones pequeñitas, tiene dos grandes ventanales que llegan hasta el suelo; pues uno desde hace no se cuantos meses estaba con la persiana bajada porque también se me estropeó, e intenté arreglarlo pero se me volvió a estropear, así que dije que ya "¡prou!" (¡basta! en catalán). Les dije a mis hijos que iba a arrreglar las dos y que hasta que no quedaran bien no lo dejaría. Sé que esa persiana que durante tantos meses ha estado bajada del todo en mi habitación representaba algo de mi, yo también estaba medio apagado, ahora ya no lo volverá a estar más... También estoy reordenado los armarios y sacando muchas cosas que ya no hacemos servir, ayer mismo llevé una bolsa llena de cables, teléfonos mobiles, cargadores y otras cosas de electrónica a la planta de reciclaje.

También quería contarte que me he comprado otra moto un poco más grande. Esta vez no he cometido la torpeza que cometí cuando me separé de la madre de mis hijos, pues me compré una moto con bastante potencia, sin tener en cuenta que hacía mucho que no iba en moto. ALl poco tiempo tuve una caida y me lesioné en un pié, luego tuve que venderla porque se me estropeó el coche que tenía y tenía que comprarme otro, además en ese momento iba mal de dinero. Pero ahora lo le hecho bien, el año pasado me compré una pequeña, a primeros de este otra un poco más potente y ahora la he cambiado por otra todavía más potente. Hasta que no me he habituado a cada moto, no me la he cambiado (las compro de segunda mano, así te ahorras una "pasta" (dinero). Llevo ya más de quince mil kilómetros y no he tenido ni un susto importante, a veces creo que es la moto la que piensa por mi... Mira, antes viajaba mucho, pero en coche, y ahora me apetece salir con la moto porque te da una sensación de libertad total, parece que vayas galopando sobre un caballo de hierro, mientras sientes el aire en la cara, puedes tocarlo...

Tieta, ahora veo más a mi hermano Javier, quiero estar más a su lado, pero eso ya te lo contaré otro día, que ahora me voy a pasear un poquito por la montaña... a ver si tengo suerte y no hay cola en la fuente, últimamente siempre hay varias personas esperando.

Un beso muy grande,

chiqui

Notas: Algunos de los nombres que irán apareciendo serán ficticios, sobre todo los de las compañeras de mi tía.

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