Carta a un libro:

Querido amigo, en muchos momentos el mejor amigo que he tenido, no sé que es lo que me pasa de un tiempo a esta parte contigo que aunque te admiro y me gusta tu compañía, soy incapaz de acabar de leerte cuando algún libro nuevo cae en mis manos. Tengo unos cuantos amigos como tú acomodados en unas estanterías y suelo miraros, os abro de vez en cuando buscando algo que en muchos casos ya he leído varias veces, algo que creo saber pero que en el fondo sé que todavía tan sólo está impreso en ti... Supongo que lo hago porque eso que tu quieres enseñarme pienso que a base de releerlo una y otra vez lo acabaré por incorporar a mi. Haces bien en ser insistente conmigo y es que ¿cómo puedo estar preparado para leer cosas nuevas cuándo lo leído con anterioridad todavía no lo he interiorizado? O, ¿si todavía no me he impregnado de la sabiduría que como un buen vino reposa en esas hojas tuyas y que destilan ese perfume que nace al juntarse la tinta y el papel?

Querido amigo, esta mañana en mi pasear matutino he hablado con esos árboles a los que también admiro y abrazo... Por cierto, ¿por qué me miran cuándo lo hago y si llevo un libro en la mano nadie se fija en mi? Ellos, los árboles; y vosotros, los libros, sois lo mismo y en cada abrazo hay por mi parte una muestra de gratitud. Sin ellos tú no existirías, ni yo tampoco... y es que no podría respirar. ¿Sabes?, creo haber recibido el mensaje, ellos me lo han dicho... Ya no quieres que siga leyendo hasta que no escriba, quieres que te escriba... ¿verdad? Quieres que siga haciendo lo que empecé hace un tiempo y dejé de hacer porque seguramente alguien me dijo que no podría escribirte, que no me ganaría la vida con ello, o simplemente que no interesaría lo que pudiera escribir... Tú sabes que si que puedo y CREO que yo también, es por eso que cada libro que empiezo, acabas por "cerrarlo" de una manera u otra para mi... Pues muy bien, te voy a escribir... además ayer tuve una buena noticia, alguien a quién últimamente me sentía atado me dijo que era libre otra vez. Alguien a quien creía que tenía que salvar... ya sabes, lo que me suele pasar con las mujeres, suelo pararlo "todo" por ellas... Lo sé y aún así me sigue pasando, imagínate si no lo supiera... suerte que ahora me doy cuenta de las cosas que me pasan, y suerte que cuando me creo que estoy sólo del todo sé que te tengo a ti... A veces con llevarte conmigo me basta, te abro, te leo un poquito y te vuelvo a guardar, o te dejo en mi mesita de noche, o en el coche... Aunque quizás seas tú el que no me quieres dejar sólo, como los buenos amigos...

Querido amigo, tengo muchas "cartas" por escribir, algunas ya escritas y otras escritas en mi... Y quiero escribirte porque sé que hasta que no lo haga no podré volver a leer, y me gustaba hacerlo... Además también sé que mientras te escriba dejarás que lea, porque sabes que los libros, al igual que las personas, os necesitáis unos a otros... También quería decirte que el otro día rescaté a un pariente tuyo de un mercado ambulante. Se trata de la cuarta edición de "Los versos del capitán" de mi admirado Pablo Neruda, impresa en Argentina poco después de que yo naciera. Es un libro sencillo, de hojas envejecidas por el paso del tiempo... hojas donde el marrón ya prevalece sobre el blanco, hojas impresas con letra de tipografía, algunas desiguales, para mi una "joya"... Libro que ya tenía en una edición mucho más moderna y que he leído decenas de veces y que hoy volveré a leer, pero estoy seguro de que cuando lo haga será diferente, pues hoy tú y yo nos hemos reencontrado...

josé maría

No hay comentarios: